La Biblia Reina Valera

Mateo 28

Marcos

Indice

Capítulo 1

1

 PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 

 


2

 Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi mensajero delante de tu faz, Que apareje tu camino delante de ti. 

 


3

 Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; Enderezad sus veredas. 

 


4

 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados. 

 


5

 Y salía á él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran todos, bautizados por él en el río de Jordán, confesando sus pecados. 

 


6

 Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 

 


7

 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos. 

 


8

 Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo. 

 


9

 Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán. 

 


10

 Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía sobre él. 

 


11

 Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento. 

 


12

 Y luego el Espíritu le impele al desierto. 

 


13

 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían. 

 


14

 Mas después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 

 


15

 Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio. 

 


16

 Y pasando junto á la mar de Galilea, vió á Simón, y á Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores. 

 


17

 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 

 


18

 Y luego, dejadas sus redes, le siguieron. 

 


19

 Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes. 

 


20

 Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él. 

 


21

 Y entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba. 

 


22

 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas. 

 


23

 Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces, 

 


24

 Diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 

 


25

 Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él. 

 


26

 Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió de él. 

 


27

 Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen? 

 


28

 Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea. 

 


29

 Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan. 

 


30

 Y la suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella. 

 


31

 Entonces llegando él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la calentura, y les servía. 

 


32

 Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á él todos los que tenían mal, y endemoniados; 

 


33

 Y toda la ciudad se juntó á la puerta. 

 


34

 Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían. 

 


35

 Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar desierto, y allí oraba. 

 


36

 Y le siguió Simón, y los que estaban con él; 

 


37

 Y hallándole, le dicen: Todos te buscan. 

 


38

 Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido. 

 


39

 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios. 

 


40

 Y un leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes limpiarme. 

 


41

 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio. 

 


42

 Y así que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio. 

 


43

 Entonces le apercibió, y despidióle luego, 

 


44

 Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos. 

 


45

 Mas él salido, comenzó á publicarlo mucho, y á divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían á él de todas partes. 

 


Marcos 2

 

 

 

 

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